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UN LUGAR EN EL MUNDO
Decía mi padre que antes o después, por azar o destino, todos acabamos por encontrar nuestro lugar. En mi caso, no fue ni el azar ni el destino sino el despiste y la falta de reflejos lo que me encaminó. Durante los aplausos del primer día de confinamiento, me quedé embobado mirando a Ridruejo, presidente de la comunidad vecinal, embozado en forma de momia en misión espacial. Ridruejo , en aquel momento, valorando mi alta capacidad de observación y conociendo mi baja capacidad de asertividad, decidió nombrarme observador internacional de balcones del portal. Tuve hasta que desempolvar el uniforme de la mili para, según él, dar empaque al cargo.
Fui desarrollando gusto y habilidad en mi nueva tarea y comprobé que el aburrimiento puede obrar milagros, como el de Cifuentes del 2º C al que avisté conversando con su perro .Lo extraño no fue que Cifuentes hablase al perro (mucha gente lo hace)sino que el can, a pesar de su apariencia leal y serena , resultara ser un conversador locuaz, rebelde y contestón .No sé si fue el aburrimiento o el contacto que, como dice el ministro ,hace que todo se contagie, lo que hizo hablar al perro ,lo cierto es que tras el confinamiento volvió a su tedioso silencio.
Al milagro de Cifuentes le siguió el anti milagro de Sor Angustias .Yo pensaba que el zumbido continuo que provenía de sus paredes era originado por un abnegado uso de la Thermomix para una elaboración posmoderna de repostería monacal. A sus ahogados gritos seguidos de sonoros Aleluyas les atribuía un origen místico, una suerte de devota celebración de éxitos culinarios. Mi investigación concluyó que gritos y zumbidos tenían origen en otro gran invento de nuestra época: El Satisfyer. Acabó expulsada de la orden tras publicar un artículo en la hoja de la congregación titulado:”El multiorgasmo: Una nueva forma de ver a Dios”.
También del aburrimiento llegó el renacimiento de formas comerciales olvidadas como el trueque , que Julián el charcutero realizaba cada día( A veces hasta en tres ocasiones) con Sonsoles la viuda del primero mediante un concienzudo intercambio de carnes, o la constatación científica de que un adolescente (Andresín) a cantidad de aburrimiento constante es capaz de eyacular por extracción manual hasta 33 veces en una mañana.
El desconfinamiento me liberó y me empujó a la calle. Caminé unos pasos hasta que, de forma inconsciente, me paré, cogí mis binoculares, subí al banco del paseo y comencé a vivir mi “nueva anormalidad”. Mi sentido del deber fue ignorado por policías y jueces que tras 21 detenciones acabaron por enviarme a prisión.
Aquí el hacinamiento confinado de medio-largo plazo facilita mucho mi labor y para colmo, he conseguido un empleo. Mi nuevo jefe, un tal L.Barcenas, no para de anotar en cuadernos mis observaciones sobre presos, funcionarios y alcaide dándome a cambio, cada viernes, un sobre con mi parte prorrateada del chantaje.
MI padre tenía razón.Todos tenemos un lugar. Lo difícil ,casi siempre, es encontrarlo .
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