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DIARIO DEL CONFINAMIENTO
Desde que comenzó esta nueva situación por obra y gracia del confinamiento decretado por el Gobierno debido a la pandemia del virus Covid19, han cambiado las costumbres y el ritmo habitual de lo que eran nuestras vidas hasta ahora, en mi caso la ventana se ha convertido en sujeto protagonista en mi relación con el exterior. Esta abertura a la que nunca concedí más importancia que la de proporcionar luz y ventilación a la casa, me posibilita tomar el sol y el aire de la calle, a través de ella vislumbro a otras personas que realizan las actividades permitidas en el horario impuesto, disfruto del juego y la alegría de los niños pequeños que ya han sido liberados, algo que me libera a mí también aunque todavía no me atreva a salir.
Porque la ventana es todo mi horizonte, me asomo como si hiciera el viaje de mi vida, añorando un pasado que se ha ido sin darnos tiempo a romper con él, sin despedidas, y con mucho miedo a un futuro que será incierto, distinto a lo que esperábamos, un futuro que tendremos que construir entre todos, día a día. Pasado un tiempo prudencial, aspiro al retorno del orden natural de las cosas, abrazarnos y besarnos, hacer comidas familiares y con amigos, realizar esos viajes que dejamos pospuestos, tomar un café en una terraza, visitar los museos, pasear sin restricciones, porque creo que, salvo contadas excepciones, somos buenos ciudadanos y de aquí saldremos reforzados y habremos aprendido que el hombre es el ser vivo más prescindible, la prueba es que la naturaleza en dos meses ha ido colonizando aquello que le hemos robado: lo vemos en la animales que bajan a la ciudad y en la hierba que ha crecido en las calles empedradas y en las aceras que no se han transitado.
Habrá que tener paciencia y esperanza porque este mal sueño acabará un día cualquiera; de esto se sale, no hay duda. A lo largo de la historia de la humanidad ha habido situaciones difíciles: miserias, hambrunas, guerras, pandemias, catástrofes naturales, y aquí seguimos, irreductibles.
Los que crucen este umbral, volverán a disfrutar de la vida, libres y felices.
Si vivo para contarlo, ahí nos vemos.
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