Una luna de olvido

y las sandalias sin polvo:

no hay camino.

Una mar que batalla

contra la tierra y vence

o pierde siempre a la larga.

Y a nosotros, que poblamos

montes, mares y riberas,

¿por qué nos tiemblan las manos?

Hay veranos que matan

primaveras desde el sur.

Y soles que son de plata.

Hay cuchillos enterrados

en las páginas errantes

de aquel libro innominado.

Y seguimos, pese a todo,

engañándonos los días

con la mentira del oro.

Estamos en el presente

de un pasado que no fuimos

con la luna entre los dientes.

Como si fuera un sueño la pandemia,

vivimos el presente y en la calle

buscamos la perdida primavera.

Perderemos sin duda algún verano,

alguna muerte más se hará presente

mientras duerme la nuestra a nuestro lado.